Como sabéis, este fin de semana celebramos una de nuestras fiestas más arraigadas, el Escarrete o Desjarrete. Lo que vemos hoy son variaciones de lo que nuestros ancestros celebraban hace cientos de años, son el espejo de un mundo pasado que sigue entre los pozanos y pozanas, y que forma parte de la personalidad de la Villa Salinera.
Hacemos nuestros estos antiquísimos ritos con los que, en su origen, se pretendía dar respuesta a interrogantes actualmente disipados. Ritos que buscaban complacer a dioses o creencias y que han desembocado en lo que hoy llamamos nuestras fiestas, nuestras tradiciones.
Como ya hicimos el año pasado, queremos animaros el sábado por la mañana a subir al Conjuradero. Más de una vez nos hemos preguntado por qué se llama Conjuradero, nuestros antepasados refugiaban su suerte en los brazos de alguna creencia cuando, por ejemplo, ocurría algún fenómeno climatológico que escapaba de su control. Y de ahí viene el nombre, en la Edad Moderna, para prevenir los efectos de las tempestades se optaba por remedios naturales y espirituales para conjurar, o al menos paliar, los resultados de la tormenta cuando se aproximaba... Bien, si quieres saber más, te invitamos a subir el sábado =).Hacemos nuestros estos antiquísimos ritos con los que, en su origen, se pretendía dar respuesta a interrogantes actualmente disipados. Ritos que buscaban complacer a dioses o creencias y que han desembocado en lo que hoy llamamos nuestras fiestas, nuestras tradiciones.
Y el domingo, cómo no, tendrá lugar el Escarrete. Esta famosa danza tradicional se ha conservado hasta nuestros días y se baila, dentro de la festividad de San Blas, el primer domingo más próximo al 3 de Febrero.
Antiguamente, los protagonistas de la danza eran las parejas que habían contraído matrimonio ese año, simbolizando los animales domésticos la prosperidad del nuevo hogar. Recuerdan las gentes que en sus orígenes se celebraba en una era cercana a la ermita de San Blas, hasta que se trasladó a la Plaza Nueva. En la década de los años 60 del siglo pasado, desapareció por el éxodo rural que sufrió Poza, pero la Cofradía de San Blas la rescató a finales de los 70. Actualmente, la participación está abierta a toda pareja joven que conozca el baile. Algunos musicólogos sitúan el origen de esta danza en época prerromana, en el pueblo autrigón que habitó estas tierras atraído.
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